Los protagonistas del belén según las reliquias que
reconoce la Iglesia
Lo que queda del portal de Belén
"La infancia es, sin duda, la etapa más
desconocida de la vida de Jesucristo"
José Manuel
Vidal, 03 de enero de 2016
¿Jesús había
ascendido al cielo con su cuerpo completo o sin una parte, como era el
prepucio?
(José Manuel Vidal).- "En Belén, María dio a luz a su
hijo primogénito; lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre" (Lucas
2, 7). Los Evangelios apenas hablan del Cristo niño y adolescente, más
allá de cómo se perdió y fue encontrado en el Templo de Jerusalén, enseñando a
los escribas y doctores de la ley. Sólo Mateo y Lucas presentan breves
pinceladas del Niño Jesús
La infancia
es, sin duda, la etapa más desconocida de la vida de Jesucristo.
Los exegetas ni siquiera se ponen de acuerdo sobre la
fecha y el lugar de nacimiento. Para algunos y según la tradición, nació en
Belén; para otros muchos, en Nazaret. En cuanto a la fecha, Xabier Pikaza,
nuestro exegeta más prestigioso asegura: "No conocemos el día de su
nacimiento, pues la Navidad (25 de Diciembre, solsticio de invierno en el
hemisferio norte) es una armonización simbólica de la liturgia cristiana (Jesús
= Sol naciente). Es indudable que Jesús nació en torno al año 6 a.C. en
algún lugar de Judea o Galilea, aunque los datos concretos de su nacimiento
han sido recreados simbólicamente, para indicar mejor la importancia que tienen
para los creyentes".
Los Evangelios de Mateo, Marcos, Lucas y Juan,
escritos entre los 70 y los 100 años d.C., son biografías religiosas, es decir,
confesionales, para uso de la Iglesia y mayor gloria y alabanza del personaje.
No son biografías históricas como las entendemos hoy. Además, pasan de
puntillas sobre la infancia de Jesús. El belén, tal y como hoy lo
conocemos, es un invento de San Francisco de Asís en Greccio en el 1223.
El propio Papa Francisco, en la audiencia del
pasado miércoles, día 30, reconocía: "No conocemos apenas nada de la
infancia de Jesús. Las raras indicaciones que poseemos hacen referencia a la
imposición del nombre después de ocho días de su nacimiento". Y, buscando
un lado positivo, añadía: "Sabemos poco del Niño Jesús, pero podemos
aprender mucho de Él, si miramos la vida de los niños".
De todas formas, en la iconografía de los Evangelios
canónicos y de los apócrifos sobre el nacimiento del Niño Jesús se citan los
pastores, los ángeles, los Reyes Magos, el buey y el asno. ¿Queda algo de
los elementos que configuraron aquel evento de hace más de dos mil años, que
cambió la historia de la humanidad? Un puñado de reliquias de algunos
elementos de aquel escenario que, según la tradición, han pervivido hasta hoy.
Desde la cuna al pañal, pasando por unas gotas de leche de la Virgen o incluso
un suspiro de San José. Recorrido por los restos sagrados de aquel primer belén
viviente.
La cuna...y
una pajita
Los Evangelios no mientan cuna alguna en el portal de
Belén, pero la Basílica romana de Santa María la Mayor conserva no sólo las
maderas de la cuna, sino incluso una pajita de heno del pesebre. La paja
era propiedad privada de los Reyes de España, que la donaron al templo romano,
del que el Rey Felipe VI es protocanónigo, es decir el primero de los miembros
del cabildo. Una basílica que siempre estuvo muy vinculada a la monarquía
española.
Los cinco listones de madera de la Sagrada Cuna,
que todavía se conservan, están en un majestuoso relicario de cristal, obra del
artista Giuseppe Valadier, sostenido por cuatro querubines de oro y coronado
por un Niño Jesús de tamaño natural. La urna se encuentra bajo el altar mayor y
es uno de los lugares más visitados de la inmensa basílica romana, que regenta
el cardenal español Santos Abril.
Fue el Papa Sixto III el que decidió crear, en el
año 432, una gruta de Navidad, parecida a la de Belén, en la basílica
romana, que, precisamente por eso, pasó a llamarse 'Santa María ad praesepem'.
La gruta se hizo tan famosa que los cruzados y los peregrinos que regresaban de
Tierra Santa le ofrecían las reliquias del portal que traían. Así llegaron las
maderas de la cuna que, en el año 1370, el Papa Gregorio XI colocó en el
interior de un relicario, que robaron las tropas napoleónicas en la ocupación
de la ciudad en el bienio 1798-99. Los franceses se llevaron el relicario, pero
dejaron las reliquias y una duquesa hizo una sustanciosa donación para labrar
el actual.
Los santos
pañales
En otro relicario de Santa María la Mayor se
conserva también el 'panniculum', trozo de tela del tamaño de una mano que,
según la tradición, utilizó la Virgen para envolver al Niño. En la Iglesia de
San Marcello al Corso, en la Via del Corso (antes, Via Lata), que une la piazza
Venezia con la Piazza del Popolo, se veneran más pañales de Jesucristo
Pero el más famoso de los santos pañales se encuentra
más cerca de nosotros, en Lleida. Aunque ya sólo quedan de él tres hilos
y el recuerdo de una reliquia extraordinaria y dotada de poderes especiales.
Por ejemplo, curaba las enfermedades del que se la colocaba en la cabeza y
hasta era inmune al fuego. Fernando VII la traslado a Madrid, para evitar
complicaciones en el parto de Isabel II.
Venerada por Reyes y Papas durante siglos, la reliquia
viajó de Jerusalén a Túnez, donde la encontró el comerciante leridano Arnau
de Solsona, que la donó a la catedral en 1297. A pesar de haber sido
depositada en el Banco de España, la reliquia se perdió casi por completo
durante la Guerra Civil. Quedan los dos hilos de Lleida y otro similar
proveniente de la parroquia segoviana de Escalona del Prado, que fue donado por
el Rey Leopoldo de Bélgica a Felipe IV a cambio de un fragmento de la veracruz.
Gotas de
leche de la Virgen María
La leche de la virgen se conserva en varios lugares.
Las reliquias más célebres son la de los agustinos de Santa María del Popolo en
Roma, la que hay en la catedral de Oviedo y la de la catedral de Murcia. No
se trata de líquido materno propiamente dicho, sino de una sustancia blanca,
extraída de las paredes de la llamada Gruta de la Leche en Belén.
Según la tradición, cuando María amamantaba allí a su
hijo, unas gotitas de la leche salpicaron la cueva, volviéndola de color
blanco. Los peregrinos, en su visita al lugar, rascaban la superficie
blanca de la cueva y se llevaban los fragmentos como un tesoro. Los que se conservan
en una ampolla-relicario de la seo de Murcia se tornan líquidos todos los años,
el día de la Asunción.
Cordones umbilicales
Al ombligo santo o al santo cordón umbilical de
Jesucristo se le rinde culto en dos iglesias romanas (la de Santa María de Popolo,
donde se alojó Lutero en su visita a Roma y donde Caravaggio dejó dos
magníficos óleos en la capilla Cerasi, y la de San Martino), y en el templo
francés de Chalons, aunque este último desapareció. En cualquier caso, Jesus
tuvo tres ombligos...por lo menos.
El suspiro
de San José
Agobiado por no encontrar sitio en posada alguna para
que María diese a luz, José, según cuenta la tradición, suspiró profundamente y
su suspiro quedó atrapado en la botella de la que acababa de beber. Un
ángel la recogió y la escondió. Tiempo después, la encontraron unos monjes y se
la llevaron a Francia, donde fue venerada durante siglos, hasta que la Santa
Sede requisó la botella con el suspiro del esposo de María y la guardó en el
Sancta Sanctorum de las reliquias vaticanas. Ni que decir tiene que está
terminantemente prohibido abrir la botella...
Los
pastorcillos de Ledesma
"Los
pastores fueron corriendo y encontraron a María, a José y al niño acostado en
el pesebre" (Lucas 2,16-17). Eso dice el Evangelio, mientras la tradición
asegura que los restos de tres de esos pastorcillos (Jacobo, Isacio y
Josefo) se encuentran en la villa de Ledesma, junto a sus zurrones y tijeras de
esquilar. Fueron traídos a la villa salmantina por un caballero cruzado, Micael
Dominiquiz, natural de la localidad, en el año 1149.
La noticia se propagó rápidamente y llegó a oídos del Papa
Inocencio XI, que concedió a la iglesia de San Pedro de Ledesma el
privilegio de una cofradía para salvaguardar el tesoro pastoril. Otros, menos
crédulos, aseguran que se trata de una fabulación surgida en la Edad Media y
que los huesos que se conservan pertenecen a tres pastores...de Ledesma.
Los Reyes
Magos
"Vieron al niño con María, su madre, y cayendo de
rodillas le rindieron homenaje; luego abrieron sus cofres y como regalos le
ofrecieron oro, incienso y mirra" (Mateo 2,11). Cuentan que Marco Polo
vio las tumbas de los tres Reyes Magos en Irán. Al parecer, la emperatriz
Elena se hizo con sus cuerpos, pero Federico Barbarroja robó su sepulcro y se
los llevó a Colonia, para convertir la ciudad en meta de peregrinación similar
a Compostela. Desde entonces residen en la ciudad alemana, en un relicario de
oro, plata y madera, que se tardó 45 años en labrar. En el siglo XIX, lo
abrieron y encontraron tres cuerpos. ¿De los Magos?
La cola del
asno
De los dos animales que, según la tradición, estaban
en la gruta de Belén, sólo se ha conservado la cola del asno. Aunque,
también en este caso, hubo dos colas. Una, que desapareció, y la otra que
se conserva en el Ministerio de Prehistoria
Contemporánea de Roma.
Piedras del
portal
Proliferan los lugares que aseguran conservar trozos de
piedras del portal de Belén. Por ejemplo, en el monasterio de San Juan de la
Peña de Santa Cruz de la Serós (Huesca), en la capilla copta del Santo Sepulcro
de Jerusalén, en la catedral de Mallorca (en uno de cuyos numerosos relicarios
se conserva un fragmento de una piedra del pesebre) y en la de Valencia, que
conserva una piedra entera del portal.
Las plumas
de los ángeles
Existen varias reliquias de plumas de ángeles
dispersas por el mundo. Unas de los ángeles que se les aparecieron a los
pastores y otras, atribuidas al arcángel San Miguel, tras su lucha contra el
diablo, o al arcángel San Gabriel, tras anunciar a María, en Nazaret, que iba a
ser la madre del Niño Jesús. Esta última pluma estuvo durante años en el
monasterio de El Escorial y fue considerada como una de las reliquias más
apreciadas de la cristiandad en la Edad Media. Según los testimonios de la
época, la pluma media un metro y era de color rosa suave. Hoy, se le ha
perdido la pista, tanto a la pluma de El Escorial como a la que se veneró
en la iglesia de Liria (Valencia) o a la del monasterio francés del famoso Mont
Saint Michel.
En Alemania
e Italia aseguran seguir conservando trozos de plumas de los ángeles, como la
que se conserva en la iglesia de La Madonna de Loreto.
...Y el
santo prepucio
Cuentan los
Evangelios apócrifos que Jesús, conforme a la ley, fue circuncidado al octavo
día de su nacimiento y que la anciana judía que practicó la operación introdujo
el Santo Prepucio en un vaso de alabastro con aceite de nardo. El
recipiente fue a parar a manos de San Juan Bautista, que se la regaló a María
Magdalena. Siete siglos más tarde, la reliquia llegó de manos de un ángel a San
Gregorio Magno, quien, a su vez, se la regaló al Papa León III.
Permaneció en la catedral romana de San Juan de
Letrán hasta el saqueo de Roma por los lansquenetes. Su rastro desaparece
por un tiempo, para reaparecer en varios lugares: En Calcata en la región del
Lazio; en la abadía francesa de Charroux que las recibió de Carlomagno; en la
abadía de Coulombs; o en la catedral de Amberes. Durante las Cruzadas
circulaban por Europa 14 reliquias del Santo Prepucio.
La reliquia alcanzó tanta popularidad que incluso se
fundó en su honor la orden de caballería de los "Hermanos Caballeros
del Santo Prepucio" para proteger tan valioso resto que, según sus
custodios, sangraba cada viernes santo. Pero por considerarla una reliquia
irrespetuosa, en 1900 la Iglesia Católica declaró que todo aquel que se
atreviera a hablar del Santo Prepucio podría ser excomulgado.
Aunque el culto del Santo Prepucio fue derogado por decreto, a lo largo de la historia fue una de las reliquias más polémicas. En una visión mística de Santa Catalina de Siena, Jesús se casaba con ella y le ponía el prepucio amputado en su dedo como anillo de bodas.
Llegó incluso a suscitarse una controversia teológica
en torno al prepucio: ¿Jesús había ascendido al cielo con su cuerpo completo o
sin una parte, como era el prepucio? La cuestión disputada terminó
resolviéndose con la tesis de que subió al cielo con el cuerpo completo,
porque el prepucio era una parte prescindible. Pero el teólogo León Alacio
sostenía que el prepucio había subido al cielo al mismo tiempo que Jesús,
convirtiéndose en los anillos de Saturno.
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