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divendres, 6 d’octubre del 2017

PACIFISTES...



















SOMOS PACIFISTAS, NO PASIVAS
Queremos la tercera vía, la de la no violencia y la tolerancia. La de la no agresividad y respeto.
Queremos como todos los grandes pacifistas de la historia: Jesús, Gandhi…asumir las consecuencias de nuestra propia agresividad sin proyectarlo en las instituciones.
Jesús cambia la historia en un antes y un después pero tiene que asumir una ejecución injusta porque se atreve a cuestionar la autenticidad de una Ley amparada en razonamientos patriarcales, que desde esa perspectiva juzgaba y condenaba a los según ellos impuros, a las mujeres…con parámetros establecidos por “ellos”.
Podríamos decir que Jesús introduce la objeción de conciencia, que posteriormente también se llamará “desobediencia civil”.
Dirá Jesús “cuidado con los que ven y critican la mota en el ojo ajeno y no ven la viga en el propio” (Mateo 7:3), se refiere a los que amparados en la Ley “hacen de su capa un sayo”.
Muchas y muchos decimos no a la violencia, por muy legal que sea. No a la falta de diálogo.
Muchos y muchas nos sentimos invitados desde dentro a la desobediencia civil que ha cerrado centrales nucleares y la famosa escuela de torturadores en USA, llamada Escuela de las Américas, que entrenó a los dictadores y sus militares para la represión violenta de países como El Salvador y Guatemala, cuyos obispos y sacerdotes fueron asesinados y otros torturados por ir en contra de leyes que pisan los derechos de los más débiles.
Vimos desobediencia civil para mostrar oposición frontal a la guerra de Vietnam o a la del Golfo. Estudiando teología en Berkeley, California, teníamos jornadas de ayuno y manifestaciones pacifistas en contra de las guerras y represiones que en los años 80 asolaban América Central.
Rosa Park se sentó en un asiento de autobús, asignado sólo a los blancos; fue el detonante, la gota que rebasó el vaso de la discriminación racial en uno de sus momentos más recalcitrantes. Ella, una sencilla mujer de color, con su gesto, hizo posible un cambio. ¿De dónde sacó el valor?
Posiblemente de un tremendo esfuerzo por canalizar su odio en una desobediencia civil que provocó una revuelta que acabó con unas leyes injustas.
Gandhi detuvo la explotación colonial en su querida India con manifestaciones pacifistas aunque no pacíficas, ya que los pacifistas sufrían en su carne la violencia de los que actuaban según sus leyes. Gandhi pudo conseguirlo porque trató de serenar su propia violencia y agresividad con oración y ayuno.
También Jesús se retiró un tiempo largo para orar y ayunar como medio para apaciguar sus revueltas aguas interiores ante la invitación de los suyos a ser un líder político. El responde que su tarea es liberar de otra opresión, la de dentro, que produce toda clase de males; el mayor: creerse que tienen la razón.
En los años 1990s el cardenal Joseph Bernardin de Chicago proponía “la tercera vía” como herramienta de solución de conflictos, de pacificación de posturas. Es la vía de la escucha, del diálogo desinteresado, abierto, sincero. Bernardin fue acusado falsamente de abuso sexual, y moría víctima de un cáncer de páncreas, acelerado por la gravísima acusación. En ese momento estaba a punto de proponer la tercera vía como método en la Iglesia dividida por conservadores y liberales…lo de siempre. ¡Qué casualidad!
El 5 de octubre, cuatro días después del 1 de octubre que los españoles vivimos con tanto desconcierto, el gobernador de California Jerry Brown, consigue hacer de California un “estado santuario” en contra de todas las fuerzas políticas y sociales que está impulsando el actual increíble presidente de su país. El estado de California en pleno se opone a leyes federales de inmigración. De esta manera protege a 2.3 millones de inmigrantes ilegales.
Hace ya muchos años el pueblo de Filipinas en una marcha pacífica rezando el rosario (cualquier mantra sería válido, ellos como pueblo católico utilizaron el rosario) y regalando rosas conseguía expulsar al Dictador Marcos y su no menos explotadora esposa Imelda.
Pero nadie detuvo a Hitler ni a otros en Europa. Ni en otros continentes.
¿Es la resistencia pasiva un medio para débiles? Cuando el 1 de octubre veía el uso de la fuerza violenta para impedir a personas normales, sin violencia, depositar su voto en una urna, todo mi ser decía “no en mi nombre” “no en nombre de la ley y la humanidad en la que yo creo”.
La razón de la falta de diálogo es la falta de “humildad”, de humus, de humanidad. Porque dialogar presupone escuchar. Sin escucha profunda el diálogo es un pan sin harina. Sin consistencia. Sólo los valientes y abiertos se atreven a escuchar. Escuchar supone silenciar el ego tanto a nivel particular como social.
Proponemos ejercitarnos en la escucha atenta. En el ayuno de ego en nuestras relaciones y actuaciones sociales. En el apoyo de la verdad, de la tercera vía pacifista y pacificadora de posturas radicales.
Sugerimos como medios para todo ello, practicar la meditación y visitar con frecuencia espacios naturales que nos ayudan, ambos a desintoxicarnos de “palabras e imágenes” violentas, agresivas, innecesarias para conseguir una convivencia digna. Sin más bandera que la dignidad y la sencillez, salgamos de nuestras cuevas cómodas para manifestar nuestro inconformismo pacífico con unas leyes y gobiernos que no saben dialogar.
Alcemos nuestras manos en señal de protesta por la falta de diálogo y unámonos a miles de personas que protestamos de cuerpo presente, pacíficamente nuestro rechazo a ser manipulados por los gobernantes.
Somos much@s l@s que deseamos un modo alternativo de vivir y convivir. Es gratificante saber que de cada vez somos más. Gracias a cada persona que lucha pacíficamente, sabiendo que la violencia la tenemos que hacer con nuestros egos y fantasmas, no con las personas y países que reclaman diálogo y atención. Por algo será.
¡¡¡¡Shalom!!!!
Magdalena Bennásar Oliver




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